top of page

AD Classics: Clásicos de Arquitectura: Museo del Oro / Germán Samper

http://www.archdaily.co/co/02-281717/ad-classics-clasicos-de-arquitectura-museo-del-oro-german-samper?

Por Dan Gamboa Bohorquez

museodeloro10.jpg
museodeloro12.jpg

Por Dan Gamboa Bohorquez

Hablar del Museo del Oro, es hablar de un ambicioso proyecto que se resuelve bajo paradigmas sencillos de diseño y sobriedad. Inaugurado en 1968, esta obra ubicada al costado oriental del parque Santander pretende establecerse como una cápsula modesta que intriga al visitante para hacerle experimentar un viaje por destrezas artesanales de Colombia.

Tal y como está concebida la Iglesia San Francisco de Asís (1567) ubicada al frente, el Museo del Oro establece con ella un paralelismo arquitectónico transcribiendo la pureza desnuda del material frente a la ciudad mediante la expresión de sus fachadas hasta poder llegar a la explosión de luz que se genera en el corazón mismo del volumen. El mismo Germán Samper describe el proyecto como un cofre que guarda en su interior un preciado tesoro; justamente Samper se decanta por el mármol blanco purista y decide renunciar a cualquier gesto estético para darle protagonismo a las sombras de los árboles del parque Santander.

Para contextualizar el estado actual de la obra, es importante saber que está desarrollada en dos etapas particularmente significativas en la vida de Germán Samper: la primera de 6.600 metros cuadrados (1968) que fue desarrollada durante su estancia en la forma Esguerra Sáenz y Samper; y la extensión del museo (2008) con GX Samper Arquitectos (firma hecha de la mano de su propia hija) y que consta de 6.300 metros adicionales. A pesar de esta diferencia de edades en la generación del proyecto, es evidenciable que la búsqueda espacial en la obra siempre fue la misma para el arquitecto.

Al entrar al museo, el lobby rodeado de vidrio expresa al volumen flotante sobre nuestras cabezas como analogía cosmogónica a la concepción del conocimiento ancestral que se encuentra sobre el visitante. Esta entrada es una recepción diseñada para invitar a la calle y al parque a entrar en el espacio; de hecho esta es una de las preocupaciones constantes en todo el proyecto, el tratar por varios medios que el espacio circundante entre al volumen y se vuelva parte de la muestra, como queriendo evidenciar que el presente será en cierta parte una reliquia en el futuro, desligando al espectador de toda temporalidad consciente.

A partir de este punto, el museo se divide en ramales distintos: continuar al mismo novel hacia el restaurante, bajar a visitar la tienda de recuerdos o prolongarse por las escaleras accediendo a las distintas salas de exposición alternadas entre el edificio de 1969 y 2008. Germán Samper decide separar de manera tajante toda la parte administrativa de la museográfica aunque ambas se encuentren en simbiosis dentro de ambos volúmenes.

Las inclinadas escaleras son integradas por un vacío conector que brinda la entrada de luz central al volumen y que desaparecen entre sala y sala para darle paso a la oscuridad. Aunque en el proyecto original las circulaciones simplemente dan paso a las salas de exposición, en la ampliación es donde vemos un preámbulo a cada sala creado por un vestíbulo que enmarca las fachadas de los edificios anexos además de un diseño de mobiliario como expresión misma de los muros y un trabajo de diseño interior evidenciado en leyendas y parafraseos históricos puestos como remates de los pasillos.

Podríamos entender el museo como un zigzag que utiliza al visitante como una aguja que teje espacios, trasladándose entre el vacío luminoso para llegar a los recintos oscuros. Desde la primera sala existe un especial cuidado de la iluminación y se resuelve un laberinto que llega incluso a tocar la enorme dilatación de la fachada oriental del volumen. Es así como de la mano del museólogo Efraín Riaño logran dotar de cada sala de un carácter donde irónicamente, el espacio se define por la contemplación y no por la materialidad. Los objetos están dispuestos de tal manera que se desdibuje por completo cualquier límite físico y el espectador quede inmerso en una cosmogonía infinita donde la luz es la gestora espacial.

Las dos últimas salas del recorrido son particularmente interesantes y características entre sí. La penúltima ubicada en el volumen de la extensión del museo alberga la llamada Sala de las Ofrendas, un recinto circular y teatral donde un juego de luces conduce desde la oscuridad total hasta la revelación de cientos de objetos de oro debidamente curados para su exposición; y la última sala, en el último y cuarto piso del volumen inicial, está propuesta para exposiciones temporales y contiene en sí misma un discreto patio que da hacia el parque Santander y los edificios aledaños entre ellos, el Edificio Avianca obra del mismo Germán Samper.

La interdisciplina es lo que gesta el resultado final de esta obra; no sólo se basa en el diseño arquitectónico para expresarse en lastre con el visitante sino que también, se apoya en la experiencia de museógrafos e ingenieros para complementar la visión prematura del arquitecto. El Museo del Oro cumple su objetivo programático de encapsular en sus paredes un tesoro precolombino pero a su vez, una destreza magnifica entre arquitectura y diseño interior.

  • Arquitectos: Germán Samper

  • Ubicación: Colombia

  • Colaboradores: Rafael Esguerra García (1958), Álvaro Sáenz Camacho (1958), Ximena Samper (2008)

  • Cliente: Banco de la República

  • Referencias: Página official German Samper, Wikipedia

  • Área: 12900.0 m2

  • Año Proyecto: 1958

Cita:

Karina Duque. "AD Classics: Clásicos de Arquitectura: Museo del Oro / Germán Samper" 05 Jun 2014.ArchDaily Colombia. Accedido el 6 Mar 2015. <http://www.archdaily.co/co/02-281717/ad-classics-clasicos-de-arquitectura-museo-del-oro-german-samper>

Featured Posts
Recent Posts
Archive
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page