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EL TIEMPO: El legado que dejó Germán Samper Gnecco

El arquitecto dice que más allá de los edificios construidos y los múltiples premios, está la satisfacción de haber aportado a mejorar la calidad de vida de varios de sus amigos.

(Este artículo fue escrito el 30 de marzo de 2011. Se publica tras la muerte de Germán Samper Gnecco, este miércoles 22 de mayo de 2019). A veces, a Samper le da por acompañar la melodía con su voz. Y no es algo nuevo, ni es que le haya dado por cantar a sus 86 años, casi 87, pues el lunes 18 de abril (es Aries, dirán las señoras) habrá torta de cumpleaños y vino francés en su casa de Santa Ana, en el norte de Bogotá.

El Samper cantante se remonta a los años 50, cuando junto a su esposa, Yolanda Martínez, grabó un disco en los estudios de la BBC de Londres. Ximena, su hija, recuerda que aquel trabajo discográfico, de poca difusión, incluía la canción Pachito eché, interpretada a dúo por Germán y Yolanda. Samper poco se acuerda de ese episodio. Prefiere referirse a una pasión que para él cumplió 45 años: la Arquitectura y el Urbanismo. Su talento y su esfuerzo en estos dos campos profesionales le hicieron merecedor, el sábado pasado, de un doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad de los Andes. Esa tarde sabatina, el artesano del cemento subió al estrado del Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada más en el papel de pedagogo -lo que ha sido siempre- que en el de simple orador. "Los profesionales deben tener sentido de responsabilidad social con el país", reflexionó, y luego lanzó una frase de actualidad, que los recién graduados de los Andes, con sus togas y birretes, solo atinaron a responder con un cerrado aplauso: "Recuerden que la ética es muy importante en estos tiempos de corrupción en la clase dirigente". Este reconocimiento es, al estilo del ciclismo, el premio de montaña que le hacía falta a la envidiable hoja de vida del arquitecto. Samper es uno de los sobrevivientes de esa generación irrepetible de profesionales de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, que por su trabajo y su creatividad se hicieron a un gran nombre, como Rogelio Salmona, Guillermo Bermúdez, Dicken Castro, Fernando Martínez, Hernán Vieco y Jaime Ponce de León. El portafolio de proyectos de Samper es un compilado de las obras arquitectónicas más representativas de la ciudad y del país, entre las que se destacan la Biblioteca Luis Ángel Arango (1957), el Museo del Oro (1963), el edificio Avianca (1968), las instalaciones de EL TIEMPO (1979), el Centro de Convenciones de Cartagena (1979), el Banco de Occidente de Bogotá (1984) y las manzanas 23, 24 y 25 de la Ciudadela Colsubsidio (1992).

'Viaje' por EL TIEMPO

El lunes de esta semana, Germán Samper se despertó de un largo sueño. Después de casi 30 años de no pisar el edificio de EL TIEMPO ('hijo' suyo), lo recorrió de nuevo por invitación de Roberto Pombo, director del diario. Frente a la entrada principal, Samper recordó que fue Luis Fernando Santos, expresidente de la Casa Editorial EL TIEMPO, quien lo vinculó al proyecto en compañía del arquitecto chileno Christian De Groote, autor de la sede de El Mercurio, de Chile. "Luis Fernando conoció las instalaciones de muchos periódicos en el mundo y le gustó la de El Mercurio, por eso pensó en contratar al mismo arquitecto y a mí", dice Samper. Recuerda que el lote de la avenida El Dorado estaba lleno de vacas y pasto y, al ser terminada, en 1979, fue de las primeras construcciones empresariales de la vía. En el recorrido, Samper conoció la redacción multimedia, una gigantesca sala llena de computadores de pantalla plana, luces, televisores de última tecnología y el estudio de Citynoticias. Luego, bajó una escalera que comunica las dos salas de redacción y que no conocía. En el trayecto, algunos periodistas lo interrumpieron para decirle: "Le quedó bonito el edificio". El maestro guardaba silencio y se concentraba en los techos. Cuando se encontraba en la parte exterior, justo al frente de lo que alguna vez fue la recepción principal, señaló con el índice el conjunto de vigas que caracterizan la construcción y que, según él, sirven para aprovechar la luz natural. Durante las "paradas técnicas" del recorrido, el arquitecto aprovechó para repasar episodios de su vida profesional, como aquel consejo que un gran maestro le dio y que persiste en su mente como mancha de nacimiento. En su taller de París, el arquitecto y diseñador suizo Le Corbusier le recomendó a su entonces ayudante bogotano que lo mejor era archivar la cámara fotográfica y dibujar a mano alzada los edificios que le interesara estudiar. "Me dijo que, al dibujar, primero pasara la raya por la mente y luego por el papel. Ese es el ejercicio que debe hacer el arquitecto. Queda el registro del dibujo en la mente y cuando los veo me acuerdo del momento. Creo que la fotografía expresa otras cosas maravillosas", afirma Samper.

Proyecto polémico

Hablar con Germán Samper sobre otra de sus obras, el edificio Avianca, en la carrera 7a. con calle 16, y que ocupó el lugar del Hotel Regina, es una colección de anécdotas. El proyecto, que empezó a ser levantado en pleno centro de Bogotá a principios de los años 60, generó gran polémica por su altura (42 pisos) en un sitio escoltado por construcciones menores. Incluso, se llegó a pensar que la firma en la que participaba Samper (Esguerra, Sáenz y Samper Ltda.) había cambiado las normas. "Lo que pasó fue que la norma cambió y la aprovechamos -explica Samper-. Nos permitió construir más pisos teniendo en cuenta el área del lote". Para solucionar las dudas, y ante la presión de políticos y periodistas, el alcalde Jorge Gaitán Cortés hizo una consulta sobre la conveniencia del edificio entre los vecinos en un radio de 200 metros a la redonda. Al final, no hubo reparos y los estudios demostraron la viabilidad del 'gigante'. "Fue como un cabildo abierto", agrega el arquitecto. En su alma reposa otro proyecto de 100 casas en el barrio La Fragua, sur de Bogotá y un edificio que nunca vio la luz. "Era una torre triangular de 60 pisos que se iba a hacer en un lote de Fernando Mazuera, en la 13 con 27". Hoy, este veterano del ladrillo ocupa parte de su tiempo en trabajar en G. X. Samper Arquitectos, firma conformada por su hija Ximena y él. También aprovecha los ratos libres para la música. En diciembre pasado, Samper se sentó al piano en otra de sus creaciones: la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Tocó, aunque sin público que lo aplaudiera. Distinciones y premios que ha recibido por sus obras - Sala de Música de la Biblioteca Luis Ángel Arango, declarada Bien de Interés Cultural (2010). - Mención de Honor por la Luis Ángel Arango (1961). - Premio Nacional de Arquitectura, por el Museo del Oro (1970). - Premio Nacional de Arquitectura, por la Universidad del Valle (1973). - Mención, por el edificio de EL TIEMPO, en la Bienal de Quito (1981). - Premio Bienal de Arquitectura, por Ciudad Bolívar (1984) FABIÁN FORERO BARÓN

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